El primer antígeno brucélico que demostró ser
protectivo fue el lipopolisacárido liso (SLPS). Esto se demostró, mediante la transferencia de anticuerpos monoclonales dirigidos contra la cadena-O del S-LPS. Los anticuerpos monoclonales
contra el lipopolisacarido rugoso (R-LPS) reconocen débilmente a las bacterias
en fase lisa y por ello no muestran ninguna protección
significativa ante el desafío con cepas lisas.
Foto por Ricardo Fernández Barrueco |
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